Primera parte
Llevo una culpa muy profunda, a cada paso y camino que voy. Suelo tratar de olvidarla, pero de vez en cuando la recuerdo.
Cuando empecé a salir con Grover yo tenía 18 o 19 años, me iba mal en la universidad y sufría de depresión, trataba de sobrevivir a la soledad saliendo con personas y lanzandola cada que podía, sentía ansiedad y vacío, estaba insatisfecha y perdida.
Recuerdo que la primera vez que lo vi creí que era muy simpático, de alguna manera su cara me transmitió buen humor y por eso llamó la atención, así que cuando empezó a hablarme creí que era el destitno, algo muy especial, o que quizá también se había fijado en mí.
Empezar a escribir sobre estas memorias es difícil, jamás le he contado a alguien enteramente cómo fue todo (excepto a Gonzalo), por dos razones: es difícil llegar a ese nivel de vulnerabilidad, y porque muchos recuerdos están bloqueados, no quiero recordar y me duele recordar, mi mente se proteje olvidándose.
Él tenía 29 años, aunque primero me engañó y no me comentó su edad exacta, caminaba con él por parques y por la ciudad, él hablaba de temas interesantes e ideas únicas, de verdad creí que era especial.
No sé cómo fue la primera vez que nos besamos, pero probablemente fue estando drogados, y estoy segura que no me gustó, porque nunca me gustó besarlo. Nunca me gustó tocarlo, nunca me gustó que me tocara, nunca me gusto tener sexo con él.
Pero sí recuerdo las tardes que pasé llorando y odiándome a mí misma, preguntándome si teníamos algo serio o no, si todavía salía con su ex o no, si yo era la otra, si todo era mi imaginación, y sin embargo, manteniéndome en silencio y abnegada.
Recuerdo las veces que sentía que quería terminar con todo, las veces que lo intenté, pero siempre volvía, siempre me decía lo indicado, ni más ni menos, lo suficiente para darme tranquilidad por un tiempo.
No voy a olvidar las veces que traté de complacerlo, invitándolo a mi casa, regalándole cosas que a él le gustaban, quedándome callada, no poniendo límites y dejándome usar.
Quizá él no tiene la culpa de eso. Quizá la culpable fui yo por dejarme usar como un trapo, por decir siempre que sí aunque sintiera tristeza, dolor o enojo, porque él jamás me amenazó. Tan solo sabía que si le decía que no él se enojaría y yo entraría en un estado de ansiedad insoportable. En ese entonces yo no sabía sobre regulación emocional, validación ni iba al psicólogo.
Sentía que vivía un martirio, cada dia y noche estaban llenos de tristeza y frustración. Recuerdo cada cosa asquerosa y pervertida que hice por él, porque él decía que eso era algo que nos unía, aunque ahora comprendo lo mal que estaba, y me siento culpable, tonta e ingenua.
Recuerdo llorar en el baño la noche que hicimos un trío, una noche de la cual me arrepiento por muchas cosas. Recuerdo mirar la ventana del cuarto pensando que sería mucho mejor si saltaba. Era algo que sí deseaba experimentar pero no de esa manera, no estaba convencida yo, ni la otra chica, sólo Grover.Y yo creí que haciendo eso él por fin querría tener algo serio conmigo, aunque luego de hacerlo me dijo que yo era "su amiga especial".
Él era una persona terrible, también le mentía a su novia cuando estaba conmigo, felizmente ella pudo salir de ese lugar. Era una persona terrible por los perfiles falsos que se creaba para engañar a niñas y que ellas le pasaran fotos desnudas. Era horrible porque tenía una carpeta en su computadora con nudes de chicas, que le habían pasado, o que había conseguido y nunca había borraro. Él era una persona terrible, y yo también, porque sabía de eso y nunca dije nada.
Sabía esas cosas, pero en ese momento decirle que no o juzgarlo era igual a sentir dolor, culpa y rechazo. Sé más cosas, pero tampoco estoy lista para escribirlas, porque pensar y recordar esos momentos es como ahogarme.
Pero quizá él está bien, porque sigue tratando de formar parte de la escena, parte de bandas y le siguen dando oportunidades. Hace poco me enteré que es integrante de una banda llamada Avenidas, y no me importaría tanto sino fuera porque ellos participan en distintas ferias y tocadas en Trujillo, lugares a los que me gustaría asistir, pero ahora siento que necesito evitar por el miedo de encontrarlo, de verlo.
Porque no es sólo encontrarme a una persona que me hizo mucho daño, es encontrarme frente a mi propio abismo.
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